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14 Sep

Os doy la bienvenida a este blog, que pretendo que sea una especie de «libro de texto abierto» que se irá construyendo con distintos materiales: teoría de los temas, actividades de diverso tipo, enlaces, imágenes, vídeos para ilustrar o ampliar la materia.. Un libro abierto también a vuestras intervenciones, ya que os animo a comentar cualquier entrada, a formular alguna duda, a sugerir…

Aprovecho para presentaros una asignatura, Literatura Universal, que no quiere ser una lista interminable de nombres, obras y datos históricos, que el alumno estudia ciegamente. Y no os estoy engañando. Dejemos las cosas claras:

– Que deberéis trabajar mucho para aprobar es cierto.

– Que el estudio de esta materia exige una buena dosis de memorización también lo es.

– Sí, hay lecturas obligatorias, impuestas por la Selectividad.

Pero no podemos olvidar la esencia de todo esto. Vamos a leer. ¿Y por qué leer?, ¿y para qué leer?, ¿y qué es leer?…

Para que reflexionéis sobre todo esto, os dejo un excelente artículo. Supongo que ya sabéis qué deberíais hacer con él. Comienza el curso.

 
Joaquín Leguina, “¡Lee para vivir!”

Todas las artes se nutren de la misma materia, persiguen una misma ilusión, pues pretenden trasladar emociones, bellamente expresadas, pero sólo hablaré aquí del libro, de la literatura. Y no le viene mal al libro que se le haga un elogio, que será también la exaltación de la memoria, de toda la memoria de este mundo. Un homenaje pertinente en un país, como el nuestro, en el cual más de la mitad de los adultos que pueden hacerlo (apenas existen ya analfabetos en España) declaran no leer jamás un libro.

A la información se llega hoy fácilmente. Al menos, a eso que llamamos “información”. Una información, generalmente manipulada, que con frecuencia nos abruma y hasta martiriza. Sin embargo, ¿cómo llegamos a la sabiduría? Para eso, entre otras cosas, están los libros. Además, leer, y leer bien, es uno de los más grandes placeres que puede darnos la soledad. El más saludable desde el punto de vista espiritual.

Leemos porque nos es imposible conocer a toda la gente a la que desearíamos poder escuchar. También, porque la amistad es vulnerable y puede desaparecer a manos de la incomprensión y de la muerte.

[…]

He dicho que la lectura es un placer profundo y solitario, pero también nos permite conocer “al otro” y conocernos a nosotros mismos. Al fin y al cabo, como dejó escrito Emerson, los libros “nos llevan a la convicción de que la naturaleza que los escribió es la misma que aquélla que los lee”. En el libro vamos a sentirnos próximos a nosotros mismos. Es él quien nos va a convencer de que compartimos una naturaleza única, por encima del tiempo.

Desde la niñez, que se pasa delante del televisor, se accede hoy a la adolescencia frente al ordenador, y a la universidad que, quizá, reciba a un estudiante difícilmente dotado para admitir la idea según la cual es preciso soportar, tanto el haber nacido, como el destino mortal que nos aguarda. Es ésta una visión pesimista, pero, en todo caso, no deseo, no quiero, caer en un tópico, el que asegura que “todo tiempo pasado fue mejor”, pues sigue siendo cierto, como escribió Franz Kafka hace ya más de un siglo: “jamás le haremos entender a un muchacho, que por la noche está metido en una historia cautivadora, que debe interrumpir su lectura y acostarse”.

El poeta francés Georges Perros era profesor de literatura en Rennes y leía a sus alumnos. Una de ellos, una muchacha, recordaba aquellas lecturas con añoranza: “Él (Perros) llegaba al instituto los martes por la mañana, desgreñado por el viento y por el frío, en su moto azul y oxidada. Encorvado, con un chaquetón de marinero, la pipa en la mano. Vaciaba una bolsa de libros sobre la mesa, se ponía a leer y era la vida…
No había más luminosa explicación del texto que el sonido de su voz. Nos hablaba de todo, nos leía todo. Todo estaba allí pletórico de vida. Perros resucitaba a los autores, que acudían a nuestra clase completamente vivos, como si salieran de Chez Michou, el café de enfrente”.

No hay nada milagroso en esta narración, el mérito del profesor es prácticamente nulo en esta historia. El placer de leer estaba allí, secuestrado por un miedo adolescente y secreto: el miedo a no entender.

Si al encanto del estilo se une la gracia de la narración, cuando lleguemos a la última página y cerremos el libro, nos seguirá acompañando el eco de su voz: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre le llevó a conocer el hielo”.

Leer, leer… pero ¿de dónde sacar tiempo para leer? El tiempo para leer, como el tiempo para amar, siempre es tiempo robado. ¿Robado a qué? Robado al deber de vivir, pero, dichosamente, el tiempo para leer, igual que el tiempo para amar, dilata el tiempo de vivir. La lectura no depende de la organización del tiempo social, es, al igual que el amor, una manera de ser. Basta una condición para la reconciliación con la lectura: no pedir nada a cambio.

[…]

Dios o la naturaleza, según se mire, ejercen el derecho a exigir nuestra muerte, pero nadie, tampoco ellos, reclama de nosotros la mediocridad. Leemos para huir de ella. Nos acercamos a Shakespeare, a Cervantes o a Galdós porque la vida que nos trasladan es de un tamaño mayor del natural. En verdad, su escritura es una bendición en un sentido estricto: “la vida plena en un tiempo sin límites”.

Leer es un goce, aunque resulte, a veces, un placer difícil. Pero esa dificultad placentera llega, y no en pocas ocasiones, a lo sublime. Además, otorga una versión de lo sublime para cada lector. Se lee para iluminarse uno mismo, y aunque no sea posible encender la vela que alumbre al vecino, se le puede indicar donde está la candela.

La literatura pretende un objetivo que parece inalcanzable: trasladar al lector la emoción de la vida en toda su complejidad. El milagro reside en la capacidad del escritor para conseguirlo. Un milagro que, por suerte, se repite con alguna frecuencia. Un milagro estético, que no depende de la ideología, de la metafísica o la filosofía del autor, sino de su talento. Un talento que se reclama del alma solitaria, del ser profundo, de nuestra recóndita interioridad.

Su memoria, la del creador, es, también, nuestra memoria. Una buena novela, una obra de teatro o un poema están contagiados de todos los trastornos de la Humanidad, incluido el miedo a la muerte, que el arte pretende transmutar en una ilusión, la de ser inmortal a través de la propia obra.

He aquí un vídeo que seguirá haciéndoos reflexionar sobre todo esto.

 

 
5 comentarios

Publicado por en 14 de septiembre de 2011 en Unidad de introducción. Teoría de la literatura

 

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5 Respuestas a “Bienvenidos

  1. David

    15 de septiembre de 2011 at 14:10

    Pienso que igual el problema de que la gente no lea , sea posiblemente la pereza a querer hacerlo. No todo el mundo que se compromete a leer un libro bien sea por obligación o por voluntariedad lo ha conseguido. Pienso que otra de las causas aunque en mucha menor medida a la pereza es el miedo a leer y no entender lo que se lee , ya que todos alguna vez hemos leído algo y no lo hemos terminado de comprender del todo. La lectura también se utiliza para «desconectar» del mundo que te rodea , como también es utilizada para sumergirse en un mundo sumido en fantasías , magia , locura … etc.
    (Frase) «La literatura pretende un objetivo que parece inalcanzable: trasladar al lector la emoción de la vida en toda su complejidad» , esto depende de la capacidad del escritor para conseguirlo , ya que para poder sentirte identificado con un libro , párrafo , o simplemente una frase , tiene que habernos pasado a nosotros algo parecido.
    En conclusión pienso que leer puede ser aburrido pero que en algunas ocasiones puede ayudarte a vivir cualquier historia intrigante e inquieta , y que esto puede ayudarte a ver la realidad desde distintos puntos de vista .Como dice aquella famosa frase de Jorge Luis Borges «Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído».

     
    • lidiacerro

      15 de septiembre de 2011 at 20:16

      Has enumerado ideas muy interesantes, David. La pereza y el miedo a no entender pueden ser dos causas para no leer, pero aprovecho para lanzar un debate: ¿Pueden estar interrelacionadas estas dos causas?
      Por otro lado, cuando dices «la literatura también se utiliza para «desconectar», ¿a qué te refieres con «también»? No veo que antes hayas mencionado otra utilidad. Sin embargo, creo que has explicado bien la posibilidad evasión que entraña el acto de leer.
      Muy buena tu matización sobre la capacidad del escritor para conseguir trasladar al lector emociones. No todo el que escribe es escritor. Por cierto, ¿estáis de acuerdo con el siguiente argumento (para sentirte identificado tienes que haber pasado algo parecido)?
      Para finalizar, destaco tu cita de Borges. Es muy recomendable ir citando a lo largo de nuestros comentarios, le da al discurso un punto de distinción y, si se utiliza para concluir, tanto mejor.

      OJO: REVISAD SIEMPRE VUESTROS ESCRITOS, TANTO LA ORTOGRAFÍA COMO LA EXPRESIÓN. A VECES «PERDÉIS EL HILO»

       
  2. Manu Domínguez

    15 de septiembre de 2011 at 18:19

    Realmente es triste tener el conocimiento suficiente como para leer un libro y no hacer uso de el, y digo que es triste, porque la lectura como tal no solo sirve para distraerte en un momento concreto, no, la lectura te abre el camino hacia distintos mundos, lo cuales podemos visitar con el maravilloso don de la imaginación, y lo mas importante, dichos mundos nos podrán transmitir una infinidad de conocimientos inimaginables los cuales podremos incluso usar en nuestro día a día. En mi humilde opinión el que no lee es porque realmente no sabe apreciar la lectura, no comprende hasta que limites puede llegar, es decir es un ignorante, y aunque suene duro es así ya que como bien dice el autor una de las formas para alcanzar la sabiduría es leyendo, ya que hoy en día no podemos depender solo de la información que nos ofrecen en bandeja los medios de comunicación ya que dicha información puede estar manipulada al antojo de «alguien» por lo cual no es un medio con el cual podamos a llegar a alcanzar «algo de sabiduría», sin embargo hoy en día tenemos una gran ventaja, y esta es la facilidad de obtener cualquier obra escrita por cualquier persona, es decir tenemos un abanico sin fin de información de muchas personas las cuales podremos entender y comprender leyendo y con ello abarcar conocimientos que por nosotros solos jamás habríamos obtenido. Un libro puede llegar a ser tu mejor amigo o simplemente otro medio de información más, por ello hay que aprender a leer no solo con la mente si no con el corazón e intentar establecer un vinculo con lo que el autor escribió, solo así podremos llegar a alcanzar la verdadera sabiduría.
    En resumen, un libro es algo maravilloso si sabes valorarlo y intentas comprender lo que en el se contiene, gracias a muchos libros que e leído e llegado a comprender a lo que realmente se refiere el autor con la frase de «ser inmortal a través de la propia obra», e llegado a sentir lo que sienten sus personajes, a ser uno mas y desde luego es algo que no cambiaría por un rato de televisión.

     
    • lidiacerro

      15 de septiembre de 2011 at 20:31

      Hay aquí buenas reflexiones, Manu. Demuestras que conoces qué significa el placer de la lectura. Quizá sí que resulta en exceso dura tu calificativo «ignorante» para referirte a las personas que no comprende los límites hasta los que se puede llegar leyendo. Yo limaría un poco la expresión, diría algo parecido a «no saben lo que se pierden» o especularía sobre el porqué de la «no-lectura». Pero sobre todo, me resulta contradictorio que digas primero «en mi humilde opinión» y después afirmes tajantemente «es así».
      Permíteme aconsejarte que prepares un guión previo, un esquema sobre los asuntos que vas a abordar. Si no planificas corres el riesgo de que un tema te lleve a otro y acabes construyendo oraciones larguísimas, con el consiguiente desorden o desorganización del texto. Estas mismas ideas, bien ordenadas y expresadas, darían lugar a un buen comentario de texto. No tengamos prisa. La prisa mata.
      Por último: no olvides las tildes.

       
  3. Manu Domínguez

    21 de septiembre de 2011 at 15:59

    La pereza y el miedo ¿Pueden estar interrelacionadas estas dos causas?,
    En mi opinión creo que si ya que la pereza puede venir a partir del miedo que se genera al pensar que lo que vamos a leer no lo vamos a entender por lo tanto se crea esa pereza que te impide acercarte a ese libro.

     

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